El psicólogo escolar ante la integración de deficientes
DOI:
https://doi.org/10.55414/jtnngn42Keywords:
.Abstract
Desde la Ley Villar Palasí, diversas disposiciones administrativas vienen planteando la necesidad de integración escolar de los sujetos minusvalidos fisicos, psíquicos o sensoriales. La más reciente es el Decreto del 6 de marzo de 1985 que, como otras medidas que le precedieron, ha provocado conmociones dentro de la educación especial, subsistema educativo muy reciente y que se ha visto sometido a una rapida evolución.
En su sentido más directo y radical, la integración escolar consiste en que los alumnos deficientes y los no deficientes compartan las mismas aulas, en centros educativos ordinarios, atendiendo exclusivamente a la edad cronológica como criterio de agrupamiento y la cercanía al centro docente como argumento mas decisivo en la adscripción.
Qué duda cabe que la integración presenta no pocos problemas técnicos y que su aplicación se ve matizada por las disponibilidades institucionales y las limitaciones propias de las diversas patologías.
Es curioso que, después de quince años, el grueso de la discusión (con excepción del trabajo de algunos expertos) no haya sido capaz de abordar el estudio de estos problemas y se mantenga todavía en el dilema inicial: integración sí o no.
Plantear la necesidad de intregración escolar significa la inmediata polarización entre fervientes partidarios e irreductibles enemigos, mas o menos declarados. Lo más relevante de la discusión es que la argumentación se apoya sobre tomas de posición emotivas, que impiden un análisis objetivo y llegar a puntos de acuerdo. Se gira eternamente sobre los mismos tópicos y la reflexión no progresa.
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