Cautelas ante la evaluación del niño nacido ciego
DOI:
https://doi.org/10.55414/pet88e52Palabras clave:
.Resumen
Intentaré recoger en este breve artículo, la experiencia personal adquirida en este campo desde hace ahora dos años. Y ello a modo de aviso para los que puedan tropezar con el escollo que supone la evaluación de un niño ciego.
Los problemas derivados de la evaluación del niño ciego, asi como los de su tratamiento pedagógico, únicamente se resuelven certeramente desde una actitud adecuada frente a la ceguera. Es fácil, como consecuencia del desconocimiento que generalmente se tiene acerca de la realidad de la ceguera, caer en sentimientos de lástima o admiración, sobrevalorando los resultados del sujeto ciego o, por el contrario, al aplicarle estrictamente las pruebas y escalas al uso, colocarlo, según sus rendimientos, por debajo de su nivel de competencia. Recuerdo en este orden de cosas, la matización que se hacía en el libro de escolaridad de un alumno ciego, donde se podía leer “aprobado por ciego”, y la catalogación como deficiente mental de otro en base a los resultados obtenidos al aplicarle la Escala de Brunet-Lezine; ni que decir tiene que ni el primero debió aprobar si no daba el nivel, aunque fuese ciego, ni el segundo era deficiente mental como lo demostró pasado algún tiempo de escolarización.
Los condicionantes más significativos que dificultan la evaluación psicológica del niño ciego son:
- La ausencia de atención temprana adecuada.
- Determinadas características particulares de su perfil de desarrollo evolutivo y
- la carencia de material específico y tipificado para su evaluación.
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