Introducción al monográfico: Investigación-acción participativa en psicología comunitaria: una herramienta para entender la diversidad humana
DOI:
https://doi.org/10.55414/93d7rs03Abstract
La psicología comunitaria surgió como respuesta a las limitaciones prácticas y teóricas de la psicología clínica tradicional. Desde un principio asumió un enfoque contextual con el fin de apartarse de modelos de patología individual que tendían a echarle la culpa a las victimas por sus problemas (Ryan, 1971). El otro interés era promover la prevención, pues los sistemas de servicios existentes no tenían la capacidad para servir a todos los que necesitaban ayuda, particularmente poblaciones minoritarias, marginadas y pobres. Desde su aparición, la psicología comunitaria apuesta por una perspectiva positiva y proactiva en la que los individuos y comunidades son considerados parte de la solución — superando el modelo de deficiencia en el que personas y comunidades solo tienen problemas y los científicos y profesionales los remedian (Sue, Ito y Bradshaw, 1982). En España, la aproximación comunitaria ha tenido un desarrollo desigual en el ámbito universitario (véase Sánchez, 1988; Marín, Chacón y Martínez, 1989; Martín, 1998 entre otros) y se ha consolidado como una disciplina orientada a la intervención en el ámbito de los servicios sociales bajo la denominación de Psicología de la Intervención Social (véase por ejemplo el monográfico de Apuntes de Psicología, 1997, vol. 49-50; Barriga, León y Martínez, 1987 y López-Cabanas y Chacón, 1997). Nosotros nos referiremos a Psicología Comunitaria y de la Intervención Social (PCIS) para recoger ambas orientaciones.
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